La lectura de una biblioteca para niños en mi casa, El Mundo de los Niños, cuando tenía 6-7 años, contenía un libro titulado La Tierra y el Espacio y era el que más me gustaba, lo leí muchas veces y era el libro más "gastado" de esa biblioteca. Desde entonces me imaginaba convirtiéndome en una astrónoma.
El desafío global que siempre enfrento en mis trabajos de investigación es primero, reconocer patrones en los datos y segundo, determinar si esos patrones son astrofísicamente significativos o no. Esta manera de investigar es muy estimulante aunque no siempre efectiva, porque muchas veces o no encuentras nada o lo que encuentras es ya conocido o irrelevante físicamente, pero me agrada la libertad inherente en ese modo de investigar las cosas. En otras ocasiones, uno va por un camino más seguro, productivamente hablando, partes de un problema astrofísico ya planteado en el que mi especialidad pueda aportar y te propones resolverlo o al menos ayudar a hacerlo. En ese caso igual el reto es interpretar lo más correctamente posible el comportamiento de esos datos al conectarlos causalmente con esa astrofísica que queremos conocer y comprender.
La mayor dificultad para mí ha sido no poder repartir más a mi gusto el tiempo entre los diversos deberes que como profesora se tienen. No me ha resultado fácil balancear las cargas administrativa, docente y de investigación. El trabajo administrativo suele ser fuente de muchas frustraciones y retrasos y consume mucho tiempo. El trabajo docente, bien hecho, requiere tiempo de preparación y ejecución. Finalmente entonces la investigación queda rezagada, aunque es lo que más disfruto.
El obtener respuestas a las preguntas planteadas en mis investigaciones, y también brindar respuestas significativas sobre la astronomía al público general.
La observación con telescopios e instrumentos profesionales, disfruto mucho esa actividad aunque significa trasnocho y frío. Disfruto mucho también de ver un cielo estrellado a ojo desnudo.